Figura perteneciente al two-pack exclusivo Concept R2-D2 & C-3PO (Ralph McQuarrie Signature Series), 2007.
Los diseños originalnes que Ralph McQuarrie ideó para dar la primera forma a muchos de los integrantes de la saga de Star Wars son realmente interesantes y sobre todo sirven para compararlos con el resultado final y comprobar lo lejos que se llegó y lo acertado de todos los que trabajaron sobre esos conceptos originales hasta culminar en la creación de la obra con más personajes carismáticos y relevantes en la cultura popular por segundo de metraje.Y hay que admitir que eso es posible gracias a la reelaboración de esos personajes abandonando gran parte del aire retro que los diseños de McQuarrie les había otorgado, un concepto de la ciencia ficción encantador pero algo desfasado ya en los 70. Afortunadamente Hasbro ha rendido justo homenaje a esos diseños iniciáticos con una serie de figuras de acción, unas mejores y otras peores, pero todas con atractivo e interés para el coleccionista, y mayormente concentradas en la 30th Anniversary Collection de 2007-2008.
Un pack de dos figuras que incluía a los dos droides más queridos de la saga galáctica en estas versiones primigenias fue lanzado en 2007 y aunque se trataba de un producto exclusivo y en teoría de cantidades limitadas, ambas figuras se pueden encontrar fácilmente online y francamente baratas si se compran sueltas; en su blíster original la cosa cambia un poco y es, naturalmente, un producto más caro. Y la estrella del pack era indiscutiblemente nuestro droide astromecánico favorito.
Su tamaño es un poco menor que el R2-D2 estándar de esta escala, y su decoración y aspecto son radicalmente distintos. Dotado de un par de brazos mecánicos que salen de su domo así como de una antenita en el mismo, su color gris metalizado lo hace aparentar como un prototipo previo a su fabricación masiva para servir a sus amos y decididamente muy diferente al gruñón mecánico azul y blanco que hemos llegado a querer tras tantos años.
Dotado de hasta trece puntos de articulación, seguramente sea el droide astromecánico más articulado en esta escala. Los dos brazos mecánicos de la cabeza se mueven en su base y en los "codos", la antena en la parte superior del domo también gira así como el mismo domo; las patas giran en los puntos donde se unen al cuerpo y en los "pies", la pata central no se puede retirar completamente pero sí se puede extraer ligeramente, y los dos brazos incrustados en el cuerpo entran y salen de su cubículo a nuestro antojo. Las posibilidades de este droide son muchas, y es muy divertido manejarlo en todas sus posibles posiciones. Si a eso le añadimos un cuerpo espléndidamente esculpido repleto de detalles, líneas y mecanismos, estamos ante una obra de diseño juguetero excelente.
El color gris imperante, lo suficientemente metalizado y con su justa cantidad de brillo, con pocas diferencias en el tono del plástico utilizado en domo, cuerpo y patas, sólo se rompe con los detalles en azul y rojo de los sensores del domo. Además, como en los mejores droides astromecánicos de Hasbro sus patas están dotadas de ruedas para facilitar su movimiento y hacerlo más realista y elegante, así como divertido. Sus accesorios, evidentemente, no existen pero tanto él como C-3PO venían acompañados de la moneda conmemorativa de la colección que celebraba el treinta aniversario de Una Nueva Esperanza.
En resumen, este R2-D2 no es una figura imprescindible; pertenece al Universo Expandido y puede no ser una prioridad en nuestras listas de adquisiciones, pero se trata de una fina y muy bien terminada figura de acción, una pieza de la historia de Star Wars y del trabajo de McQuarrie, y que encaja sorprendentemente bien con el resto de los droides astromecánicos de la colección, algo así como un abuelete de todos ellos, pero divertido y de un aspecto espléndido y llamativo. Poco más se puede pedir.
David
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